* Codigo de Derecho Canonico:
Canon 1234 § 1. “En los santuarios se debe proporcionar abundantemente a los fieles los medios de salvación, predicando con diligencia la palabra de Dios y fomentando con esmero la vida litúrgica principalmente mediante la celebración de la Eucaristía y de la penitencia, y practicando también otras formas aprobadas de piedad popular.”
§ 2. “En los santuarios o en lugares adyacentes,consérvense visiblemente y custódiense con seguridad, los exvotos de arte popular y de piedad.”
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* El historiador italiano Dino Compagni (1255 – 1324) ofrecía en su famosa Cronica uno de los primeros testimonios sobre la presencia de imágenes (probablemente exvotos) de cera, concretamente en Orsanmichele:
“In Orto San Michele era una gran loggia con uno oratorio di Nostra Donna, nel quale per divozione eran molte immagini di cera: nelle quali appreso il fuoco, aggiugnendovisi la caldeza dell’aria (…)” (Compagni, Dino. Crónica delle cose occorrenti ne’ tempi suoi. Torino: Giulio Einaudi Editore, 1968, p. 92. )
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* Giovanni Boccaccio en su conocido Decameron da cuenta de la costumbre de ofrecer a las iglesias o centros religiosos imágenes de cera devocionales:
“Tomad a vuestro hijo, salvado por la gloria de Dios, cuando he creído poco ha, que no lo veríais vivo al anochecer; y bien haríais en hacer poner una figura de cera de su tamaño a la gloria de Dios delante de la estatua del señor San Ambrosio, por los méritos del cual Dios os ha hecho esta gracia.(…) y sin ninguna dilación haciendo hacer la imagen de cera, la mandó colgar con las otras delante de la figura de San Ambrosio, pero no de la de aquel de Milán.” (Boccaccio, Giovanni. Decameron. Libros en Red, 2004, Séptima jornada, Novela cuarta, pp. 391-392)
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* El escritor y diplomatico italiano Franco Sacchetti (Ragusa, Croacia, 1335 – San Miniato; (Pisa), 1400), en un capitulo de su colección de narraciones Il trecento novelle critica con dureza la practica de las ofrendas votivas en cera, la cual le parece una costumbre de culto devocional demasiado cercana a las practicas de adoración pre y no-cristianas:
“Di questi boti e di simili ogni dì si fanno, li quali son più tosto una idolatria che fede cristiana. E io scrittore vidi già uno ch’avea perduto un gatta, botarsi, se la ritrovasse, mandarla di cera a nostra Donna d’Orto SanMichele, e così fece. O non è questa non mancanza di fede, ma unogabbamento di Dio e di nostra Donna e di tutti suoi Santi? E’ vuole il cuoree la mente nostra; non va caendo immagini di cera, né queste borie e vani-tà. Chi si recasse ben la mente al petto, e’ vederebbe che molti lacciuoli, conli quali si crede andare in paradiso, le più volte tirano altrui allo inferno.”
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* Juan Sánchez Valdés de la Plata, “Coronica y historia general del hombre: en que se trata del hombre en común…” 1598. (Se puede consultar aquí)
Y de aquí parece que los Cristianos tomaron costumbre de ofrecer ciertas imagines de cera en los templos, y ciertas muñecas, cuando alguna parte del cuerpo está enferma, así como la mano, o el pie, o la teta, luego hacemos nuestros votos, y promesas a Dios, y a sus santos de llevarles su bulto hecho de cera: y cuando alcanzamos salud, ofrecemos aquella mano, o aquel pie, o aquella teta que teníamos enferma de cera. Y aún haya prevalecido tanto esta costumbre, que estas mismas muñecas, y figuras se han traspasado de los hombres a los otros animales, y así también las ponemos en los templos por el buey, o por la oveja, o por el caballo, como por las personas, o por parte enferma de ellas. Costumbre fue, según dice Catón en los libros que escribió de las cosas del campo, entre los romanos hacer votos, y promesas por la salud de los bueyes, y la manera de estas promesas, y sacrificios pone el dicho Catón en el mismo lugar, de los cual parece nosotros los Cristianos, imitamos en esto la religión de los antiguos: mas nuestro ofrecer, y llevar a los templos imagines, es con mejor respeto, y a mejor fin, y rogando a Dios verdadero, y no a dioses fingidos como ellos. Suélense también poner, y clavar en el templo ciertas tablas, en las cuales pintan, y escriben algunos milagros para dar testimonio a los descendientes, la cual costumbre fue también tomada de los griegos Gentiles, entre los cuales fue costumbre como lo dice Estrabón en el libro 8 de su Geografía, colgar ciertas tablas en el templo de aquél dios que les favorecía, y especialmente en el templo de Esculapio, el cual estaba en la ciudad de Epidauro muy suntuoso, y en estas se ponían las enfermedades de que habían sido sanados, y curados. (…)
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* El Padre Villafañe relata en 1726 la presencia de varios exvotos marineros en el Santuario de Nuestra Señora de la Encina:
“[…] contando al mismo tiempo sucesos milagrosos, de haberlos su Majestad librado de horribles tormentas y peligro de caer en manos de infieles, como también que los tragasen algunos grandes peces; por lo cual se veían colgados de las paredes de este santo Templo muchos modelos de navío, pedazos de maromas, y de naves sumergidas y rotas, partes de varios pescados marítimos, como dientes, cabezas, espinazos de ballena y otros monstruos incógnitos.”
VILLAFAÑE, Juan de: Compendio histórico: en que se da noticia de las milagrosas, y devotas imagenes de… Maria Santissima, que se veneran en los… santuarios de Hespaña [sic] : refierense sus principios… con los principales milagros…, Imprenta de Eugenio de García Honorato, Salamanca, 1726. Citado por: ESCARZAGA, Eduardo de: La Villa de Arceniaga, E. Verdes, Bilbao, 1931, p. 93.
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* El viajero inglés Charles Edwardes, en su visita a La Palma en 1888:
“Es también en esta famosa capilla donde los hombres de la mar hacen sus promesas antes de embarcarse para La Habana. De sus paredes cuelgan viejas pinturas grotescas que representan milagros obrados en la mar por la Virgen misericordiosa. En 1704, por ejemplo, el capitán de una bricharca canaria, enfrentada a un barco pirata turco, invocó a la Virgen de las Nieves con tal éxito, que durante tres horas que duró la lucha no cayó ni un solo español, aunque sí numerosos turcos. Otra sencilla historia nos cuenta que la nave de Nicolás Marques, habiendo partido el 25 de febrero de este puerto rumbo a la isla de San Miguel, al llegar la noche del vigésimo sexto día de viaje, se vio envuelta enana feroz tormenta, y al divisar una estrella durante al confusión, los tripulantes invocaron a Nuestra Señora de Las Nieves y en unos instantes volvió la calma –el año 1702”. La nave está representada como una pequeña barca sacudida por las blancas olas, mientras una estrella del tamaño del sol brilla en el cielo azul sobre un banco de nubes violeta que se desvanecen. Por todas partes en la iglesia pilas de viejas velas e innumerables piernas, cabezas y brazos de cera dan prueba, como exvotos, del poder taumatúrgico del santuario”.
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El escritor britanico Samuel Butler (1835 – 1902) tiene un texto titulado “Exvoto” (el cual se puede consultar online) en el que nos habla de este tipo de practicas en Italia.
“The walls of this, and, indeed, of all the chapels, were once covered with votive pictures recording the Grazie with which each several chapel should be credited, but these generally pleasing, though perhaps sometimes superstitious, minor satellites of the larger artistic luminaries have long since disappeared. It is plain that either the chapels are losing their powers of bringing the Grazie about, or that we moderns care less about saying “thank you” when we have been helped out of a scrape than our forefathers did. Fassola says:-
“Molti oltre questa non mancano di lasciar qualche insigne memoria, cioe o li dinari per incominciar, o finire qualche Capella, o per qualche pittura o Statua, o altro non essendouene pur’ vno di questi Benefattori, che non habbino ottenute le grazie desiderate di Dio, e dalla Beata Vergine, del che piene ne sono le carte, le mura delle Capelle, e Chiese con voti d’argento, ed altre infinite Tauolette, antichissime, e moderne, voti di cera ed altro, oltre tanto da esprimersi grazie, che o per pouerta, o per mancanza, o per altri pensieri de’ graziati restano celate.”
For my own part I am sorry that these humble chronicles of three centuries or so of hairbreadth escapes are gone. Votive pictures have always fascinated me. Everything does go so dreadfully wrong in them, and yet we know it will all be set so perfectly right again directly, and that nobody will be really hurt. Besides, they are so naive, and free from “high-falutin;” they give themselves no airs, are not review-puffed, and the people who paint them do not call one another geniuses. They are business-like, direct, and sensible; not unfrequently they acquire considerable historical interest, and every now and then there is one by an old master born out of due time–who probably wist not so much as even that there were old masters. Here, if anywhere, may be found smouldering, but still living, embers of the old art-fire of Italy, and from these, more readily than from the hot-bed atmosphere of the academies, may the flame be yet rekindled. Lastly, if allowed to come as they like, and put themselves where they will, they grow into a pretty, quilt-like, artlessly-arranged decoration, that will beat any mere pattern contrived of set purpose. Some half-dozen or so of the old votive pictures are still preserved in the Museum at Varallo, and are worthy of notice, one or two of them dating from the fifteenth century, and a few late autumn leaves, as it were, of images in wax still hang outside the Crowning with Thorns chapel, but the chapels are, for the most part, now without them. Each chapel was supposed to be beneficial in the case of some particular bodily or mental affliction, and Fassola often winds up his notice with a list of the Graces which are most especially to be hoped for from devotion at the chapel he is describing; he does not, however, ascribe any especial and particular Grace to the first few chapels. A few centesimi and perhaps a soldo or two still lie on the floor, thrown through the grating by pilgrims, and the number of these which any chapel can attract may be supposed to be a fair test of its popularity. These centesimi are a source of temptation to the small boys of Varallo, who are continually getting into trouble for extracting them by the help of willow wands and birdlime. I understand that when the centesimi are picked up by the authorities, some few are always left, on the same principle as that on which we leave a nest egg in a hen’s nest for the hen to lay a new one to; a very little will do, but even the boys know that there must be a germ of increment left, and when they stole the coppers from the Ecce Homo chapel not long since, they still left one centesimo and a waistcoat button on the floor”.
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*Noticia de la entrega de un ex-voto a Notre Dame de Bonsecours por parte de una expedición canadiense. A. N. D. de Bonsecours. Union-Allet. Ex-Voto des Zouaves, 26 Mai 1872, Canada:
Dimanche dernier, les anciens Zouaves-Pontificaux canadiens ont offert un ex-voto à Notre-Dame de Bonsecours, en témoignage de leur reconnoisance envers la Ste-Vierge, pour la façon miraculeuse dont, à leur retoru de Rome, ils avaient été préservés d’un naufrage inminent (…) ver texto entero aquí.
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